Hay que aclarar ciertos mitos relacionados con la dieta y la pérdida de peso que, en los últimos años se han extendido bastante en el vocabulario popular, haciendo que muchas personas confíen ciegamente en las indicaciones más lógicas y de sentido común que por supuesto, deben conducir a la resolución de los problemas que las incomodan.
Ocurre que, si una fórmula
para bajar de peso y adelgazar (en este caso) les ha servido a varias personas;
a ti y a mí también nos debe funcionar.
El primer mito tiene que
ver con el azúcar; el segundo, con las harinas; el tercero, con las grasas y el
cuarto, que dejaré para una próxima entrada; está relacionado con las Dietas de Proteínas (también llamadas congénitas).
¿Por qué debes incluir azúcar en tu dieta?
“No debes comer dulce si
quieres bajar de peso y adelgazar”. Es así de simple.
Este es uno de los mitos
más extendidos y peor entendidos de todos.
La frase es utilizada
por muchas personas para referirse a que, si estás en un plan para bajar de
peso; por nada de este mundo se te debe ocurrir probar un bocado dulce.
No solo porque de esta
manera rompes la dieta que debes hacer; sino que recuperarás el peso que has
perdido hasta el momento. Es un miedo paralizante que actúa como una orden
inconsciente a nivel social, haciendo que este sentimiento se extienda
des-proporcionadamente, causando una angustia innecesaria.
Imagínate la
intranquilidad que muchas personas sienten al ver comida dulce y hazte la
imagen mental del momento en el que tratan de no ceder a la tentación.
Pareciera un juego de
resistencia. Qué tanto pueden hacer cara a la situación sin dar el brazo a
torcer. Lo cierto es que, para
adelgazar, no se necesita suspender la ingesta de azúcar. Claro, a no ser que
tu médico de cabecera o internista, así como tu nutricionista, te lo hayan
recomendado.
El azúcar: amigo de unos; enemigo de otros. El detestable y abominable azúcar. ¡El irresistible placer de la comida dulce!... Las dos caras de la moneda. Lo cierto es que, biológica-mente, el azúcar juega un papel crucial para nuestro metabolismo.
Por un lado, órganos
como el encéfalo, el corazón, la retina y los músculos, necesitan un aporte
continuado de energía de fácil y rápida asimilación para cumplir sus funciones vitales
tanto de día como de noche; y es la glucosa la que satisface esa necesidad.
Y por el otro, tenemos
que el azúcar va a ayudar a prevenir la aparición de síntomas relacionados con
el llamado síndrome de abstinencia.
Este síndrome se caracteriza
porque muchas
personas tienen
una adicción inconsciente casi enfermiza a la comida que les genera placer y
euforia y, al eliminar dicha fuente de felicidad y satisfacción, el organismo
comienza a mostrar reacciones físicas tales como ansiedad, nerviosismo y
agitación que se van tornando incontrolables a medida que la persona no
ingiere los alimentos que le dan el bienestar que experimenta cuando lo hace.
¿Por
qué debes comer harinas si quieres bajar de peso?
Lo primero que hay que
aclarar con este mito, es que las harinas son carbohidratos. Es decir, nuestro
cuerpo las asimila como azúcares.
Las harinas engordan. Esto
es cierto. Pero solo si la persona ingiere una gran cantidad de alimentos ricos
en este nutriente, como es obvio; acumulándose en los depósitos de grasa en el
cuerpo.
Este grupo de alimentos
de origen vegetal (que se clasifican dentro de los azúcares complejos) son
indispensables para el organismo, por dos razones:
1. Ayudan a conservar el agua dentro de nuestro organismo, conservando también el calor corporal; sobretodo cuando frío.
2. Le aportan a nuestro la energía que necesita, de manera controlada, sin dañar el mecanismo de liberación de Insulina.
Los alimentos integrales
(entre estos, el arroz y la pasta integral) y los cereales (como el maíz, el trigo
y el centeno) son considerados harinas.
Cuando comes pan
integral como parte de tu dieta; estás comiendo una harina.
¿Por
qué comer grasas si quieres adelgazar?
Este es el más indiscutible
de los mitos. Si tienes un gran porcentaje de grasa en tu organismo que debes
eliminar, ¿Por qué comer grasa?
Nuestro cuerpo necesita grasas para cumplir con funciones esenciales para la vida. Existen varios tipos de grasas necesarias para nuestro cuerpo y todas se fabrican, a partir de los Triglicéridos; que también son la base de los Ácidos Grasos Omega 3, 6 y 9:
Las Prostanglandinas, el Colesterol y los Fosfolípidos.
La primera clase de grasas,
son los llamados Fosfolípidos (moléculas
de ácidos grasos a los que se les unen átomos de fósforo) que, al igual que el Colesterol;
son las grasas encargadas de construir, reparar y mantener la estructura grasa
(o lipídica) de las membranas celulares.
El Colesterol también actúa como precursor
(sustancia que induce la formación) de los ácidos biliares (necesarios para la
buena digestión de los alimentos), así como de los compuestos llamados corticoides y glucocorticoides (que se asemejan a ciertas hormonas en su
funcionamiento) y de las llamadas hormonas esteroideas u hormonas sexuales -estrógenos,
progesterona y andrógenos- que se producen en los ovarios y los testículos,
respectivamente.
Las Prostaglandinas, por su parte, son moléculas que actúan como
hormonas y desempeñan diversas funciones dentro el organismo, tales como la
vasodilatación de los vasos sanguíneos, la reducción del nivel de ácido
gástrico en el estómago cuando no hay comida, el control y el equilibrio de la
presión arterial, entre otras funciones esenciales para el metabolismo; cuando
es necesario.
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